Trinidad Grande Pardo



El whisky y los papeles



       Llegó el poeta con más whiskys en el cuerpo que ganas de leer sus poemas y los aplausos llenaron la sala porque su recital fue soberbio. Nadie notó el alcohol entre verso y verso y se marchó feliz calle abajo, orgulloso de su destreza para mantenerse en pie en circunstancias extremas.
       Allí donde no alcanza la luz de la farola, tropezó con los ojos de una mujer, de color promesa y brillo de deseo. Cayó al suelo, de rodillas y desde ahí le dijo a ella:
       — Tú sí que me haces perder los papeles.