Nataly Jorge











Y no fue en un día cualquiera…


¡Se fue con la lluvia y con el viento…
se fue en un segundo, en un momento!




La Virgen vino a buscarla
y un Ángel se colocó a su vera,
su corazón se apagó…
y no fue en un día cualquiera.


El día siete de septiembre
del año dos mil dieciséis
relámpagos y truenos
se escucharon por doquier.


Con furia tronó y llovió
el cielo se oscureció,
y mi madre en su camilla
le daba gracias a Dios.


Muchos días su martirio,
muchos días su dolor.
Al día siete esperó
para ir con el Señor.


La Caridad del Cobre a su lado,
La Virgen de Regla a su vez,
ella siempre celebraba
los días siete y ocho con fe.


Podría haberse marchado
en otro día del mes,
pero esa fecha escogió
con sus Vírgenes se fue.


A la semana siguiente
le ofrecí misa en su honor,
tronó asimismo ese día
hubo lluvia… y resplandor.


Ya no volveré a casa
nunca más por Navidad.
¡Estarás siempre conmigo,
aquí…y en la eternidad!



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¡Luto en el aire!



Desafiabas a la noche
temías la oscuridad,
y al llegar la medianoche
comenzaba tu ansiedad.


Pido a Dios que por las noches
te acompañen las estrellas
que nunca más sientas miedo
y te alumbre las más bella.


Reposa plácidamente
que tu luz es cegadora,
descansa querida madre
que te bendiga la aurora.


Tú ahora estás en el cielo
en los brazos del señor,
duerme ya querida madre
y sé feliz junto a Dios.


***


Una lápida
con versos y una flor.
¡Luto en el aire!



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Poema para una lápida


A mi madre.



Las penas anidan en el silencio,
y la tristeza… en el corazón.



***


7 días que has partido
y parece que fue ayer.
7 noches son testigo
de mi jazmín que se fue.
Te gustaba su perfume
y te fuiste sin saber
que el aroma de tu risa
ya va impregnado en mi ser.


***


En su lápida este poema:
El arrullo de las rosas
el canto del colibrí,
y un jazmín muy perfumado
hacen tu sueño… feliz.



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Un delfín rosado



El gallo canta en el monte
el sinsonte en el pinar
el jilguero en la campiña,
oigo en la cima al zorzal.


Y aquí tengo en mi vergel
cientos de flores preciosas,
tengo lirios y claveles
tengo gardenias y rosas.


¡Para ti, madre querida, yo guardo la más hermosa!


Es un dorado jazmín
con aromas de laurel,
cuando le besa el rocío
se transforma en un pincel.


Y pinta un cielo azulado
con matices de coral,
y pinta “un delfín rosado”
con su rostro angelical.