Reivindico la duda
y el color gris con todos sus matices,
la verdad absoluta me da miedo.
Miro a los ojos a esa incertidumbre
que casi siempre esconde la certeza.
Reivindico el derecho a discrepar
incluso de los míos
y a poner en cuestión todos los dogmas.
Reivindico el derecho a equivocarme,
a tropezar mil veces con la piedra
en la que construí toda una vida
y a caerme de bruces nuevamente.
Reivindico el error
y mis contradicciones sucesivas.
Y mi debilidad. Y mi nostalgia
por algunos hermosos disparates.
Y el grito de la carne.
Y esa necesidad, ineludible
para sobrevivir, de que me quieran.