Leire Olmeda





Balance de un año de algo menos de 11 meses


2016 ha sido un año
raro de cojones,
también en lo personal.
Año de fin de etapa,
de inicio de locuras nuevas.
He acabado la tesis,
he acabado una relación
que ya estaba muerta tiempo antes
aunque fingí que reír era otra cosa.
he acabado, o han acabado por mí,
no lo tengo muy claro,
con esa cobardía
que te hace estar siempre con voz baja.
He cogido al vuelo
nuevos compromisos,
y aún no sé si alcanzo la altura.
Locuras de tiempo,
de discusiones
pero también de café y risas.
He vuelto al taller de versos
y sé que dejarlo fue un error.
He descubierto apoyos donde no imaginé hallar
y decepciones que, en el fondo,
tampoco me extrañan tanto.
Un amor donde por ser débil,
en el que morder la rabia
hasta que sale una sonrisa.
En el que poder echar las tardes,
las tardes libres -cuando las hay -
en ver gráficos, comentarlos mientras le abrazo
e imaginamos encontrar tiempo
para aprender cosas nuevas.
Ahora tengo una cartulina,
que no he colgado aún en ninguna pared,
que dice con largas palabras
que soy doctora,
aprendizajes que me aterran,
alguien que siempre contesta los whatsapps,
aunque tarde horas en hacerlo,
y me saca una sonrisa
con cualquier excusa,
nueva gente que antes no tenía mi teléfono
pero ahora me llama.
Tengo un primer tatuaje que dice
Poesía.
Creo que lloro más que antes,
pero ahora me vale la pena
cada lágrima.




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Engañaremos al calendario
y nos burlaremos del despertador.
Libres de cualquier tarea
que no sea nosotros.
Leer porque sí,
sin demanda de informe,
leer sin prisa,
leer y besarte el cuello.
Despertarnos
y no poner en marcha el día,
despertar,
introducirme entre tus brazos
para seguir durmiendo,
despertar y desnudarte.
Reír sin más razón
que el sonido de la risa,
reír y morderte.
Fingir que son otros quienes somos,
fingir que no existen miedos,
dejar cada inseguridad en la puerta de casa y abrazarte.
Soñar que lograremos
engañar al calendario.




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Deseos
       que no quieren cerrar los ojos,
       que buscan una almohada ocupada,
       que tan sólo un abrazo,
       una cerveza,
       que imposibles huecos no encontrados,
       que callar cuando hacen daño.
Injusto el trato que les doy
al no reclamar nada para ellos.