Antonio Castillo-Olivares Reixa




¿Y si son como nosotros?


       Leí hace poco, o escuché en algún medio, algo que me ha hecho pensar un poco. La noticia estaba relacionada con el llamado proyecto SETI, o de búsqueda de inteligencia extraterrestre, del que supongo habréis oído hablar en alguna ocasión. Lo siento por los “negacionistas” de cualquier cosa que se salga de los márgenes de lo corriente y habitual, pero sí, la Ciencia lleva preocupada ya unas décadas explorando las señales de radiofrecuencia que nos llegan desde los confines del Universo, tratando de encontrar modulaciones artificiales que demuestren la existencia de civilizaciones inteligentes parecidas a la nuestra. El proyecto se basa en el funcionamiento de los grandes radiotelescopios apoyados por los más potentes ordenadores. No es poco el dinero tanto estatal como privado que se invierte en esto.
       Pues bien, hasta ahora se “escuchaba”… y también se emitía en todas direcciones tratando de hacernos ver, de mostrar nuestra presencia. Más hete aquí la noticia que me ha impresionado. No garantizo su veracidad ni tampoco presumo de su novedad, pero venía a ser, que los centros emisores, por recomendación de importantes científicos y poderosos políticos, están dejando de enviar nada en previsión de que efectivamente alguien por allí lejos nos pueda detectar.
       La noticia, lejos de ser mala, es buena por lo prometedora. Primero porque se puede llegar a la conclusión de que el hombre se ha hecho consciente de sí mismo y de su cruda realidad; empezamos a temer el contactar con gente semejante a nosotros mismos, es decir, con:
       “Desalmados sádicos asesinos destructores de su propio planeta sin misericordia alguna que procuran mantenerse todo el día borrachos o alienados con las estupideces más pueriles para evitar ser conscientes del sufrimiento atroz de sus propios hermanos de raza a causa de nuestras acciones u omisiones en provecho propio cuando no tratando atrozmente a veces por pura diversión a otros habitantes del planeta inocentes e indefensos por no disponer de un intelecto semejante”.
       Y en segundo lugar, porque la exploración clásica del espacio con el funcionamiento de los cada vez más potentes telescopios, tanto en tierra como sobre todo en órbita, esta dando unos frutos tan abundantes que empiezan a cambiar nuestra concepción pretérita del Cosmos.
       Me explicaban, en un curso de Astronomía que llevé a cabo hace poco, que en una región del cielo próxima a la Constelación del Cisne que podríamos tapar con un pulgar a la distancia del brazo, se habían detectado ya más de mil quinientos planetas extrasolares… 
       Existe una fórmula llamada Ecuación de Drake, que trata de estimar el número de Civilizaciones solo en nuestra Galaxia susceptibles de poseer emisiones de radio detectables. Por supuesto a esta fórmula le faltan muchos datos para poder ser resuelta y ofrecer un resultado fiable, y según los parámetros que se contemplen, el resultado da un amplio arco de posibilidades. Para nuestra Vía Láctea, compuesta por cien mil millones de estrellas (este dato no es un supuesto), oscilaría el número de civilizaciones tan avanzadas entre dos (2), así de desarrolladas en los últimos siete mil quinientos millones de años y… ¡819.000.000.000! de culturas tan desarrolladas como la nuestra en el citado periodo.
       Pero claro, nuestra galaxia, la Vía Láctea, solo es una de los dos billones, con b, o sea, millones de millones, de galaxias que se pueden ver (no nosotros sino nuestros más sofisticados aparatos) en el Universo conocido.
       Pues… esto es lo que hay. El Universo, ya lo sabe la Ciencia, salvo quizás el primo de cierto señor, u otro semejante, ha de estar muy, pero que muy poblado, de seres inteligentes, esperemos que más que nosotros, y solo es cuestión de tiempo que contactemos con ellos… lo cierto es que también es muy, pero que muy grande, y esas enormes distancias tal vez sean insalvables.
       Mi teoría particular es que quizás ya estén aquí los miembros de alguna de esas civilizaciones extraterrestres, tal vez desde hace muchísimo tiempo, pero no quieran saber nada de nosotros a la vista de nuestros actos, y tampoco puedan intervenir de ninguna manera a fin de no influir en la evolución de nuestra especie, tal como últimamente está haciendo la vanguardia más puntera de nuestra Ciencia en determinados ámbitos.